Sunday, January 24, 2010

Érase un camión que cayó del cielo

Las tragedias suceden. Pero los desastres son causados por los humanos.

Es un acto de la naturaleza el que haya temblores, o que haya huracanes categoría 5, o tsunamis.


Pero de los humanos depende que estos eventos causen desolación o que solo causen una pequeña disrupción de las actividades para después reanudarse.

Así, un sismo de 7 grados en California causó menos de 100 muertos, y daños económicos que las compañías de seguros se encargaron de indemnizar. Se aprovechó el terremoto de Loma Prieta de 1989 para no volver a construir secciones de freeway que no iban con la imagen urbana deseada en San Francisco, y se aprendieron cosas para el siguiente temblor.

En Haití, sin embargo, un sismo de 7 grados causa decenas de miles de muertos, muchísimos afectados (se cuentan por millones) y un caos total. Nos podemos ir apenas al 2005 en Nueva Orleáns, donde la falta de previsión también generó caos, muerte y desolación. O a China en 2008, con un temblor que dejó 80,000 muertos. O el ciclón de Burma.

¿Qué podemos hacer? Las cosas cada vez van a estar peor, con esto del cambio climático y concentración poblacional en las ciudades, especialmente de los países pobres. Necesitamos planear, necesitamos erradicar la negligencia, erradicar la ignorancia, la corrupción y darnos cuenta de que los desastres pueden ser causados por algún acto de la naturaleza, pero la desolación y los miles de muertos se deben a la falta de previsión de los humanos.

Negligencia. Y el martes pasado, un camión de basura que cayó del cielo hizo el punto. Está prohibido que camiones de carga pesada circulen por el “jegundo pijo” del periférico del Distrito Federal. Sin embargo, los policías, más atentos por ver si alguien tiene placas de fuera para morderlo, o si tienen bien puesta la calcomanía de verificación, dejan hacer y dejan ser a los irresponsables conductores de camiones.

Negligencia de los choferes. Falta de aplicación de la ley. Falta de responsabilidad de la gente que conduce cualquier tipo de vehículo con motor. Falta de educación vial y cívica. Gente a la cual le han dicho que tiene “derechos” de segunda o tercera generación. Que su pariente gay ya se puede casar en la misma ciudad en la que también tiene derecho, solo por ser viejo, de ir a cobrar una pensión ridícula y populista. En el mismo país en el que ya tiene derecho a decir lo que se le de su gana.

En el mismo país en el que nadie le ha enseñado a ser responsable. A cumplir con las normas básicas de civilidad. No hay ley o reglamento que valga si este no es respetado por ciudadanos educados para ser responsables. Educados para tomar decisiones difíciles en el momento pero que beneficien a la comunidad en el futuro. Tomar la lateral del periférico aunque su basura llegue tarde a su destino, y no causar tanto dolor a las 5 familias afectadas. Pagar impuestos para tener mejores vialidades. Saber que pagar impuestos es responsable. No como los populistas, disfrazados de “izquierda” alegan: ¡No más impuestos! Claro que pagar impuestos no es grato, pero es responsable. Y asegurarnos que todos paguen impuestos es más responsable aún.

Solo siendo responsables se pueden ejercer a cabalidad los derechos. Ya estamos harrrrtos de la gente que cree que merece todo solo por ser y que no cree que necesite aportar nada para el beneficio de la comunidad. Izquierdosos que creen en el derecho individual. Y no creen en la colectividad. Surreal.

Así, en el tercer mundo lleno de derechos y falto de responsabilidades, lleno de negligencia y falto de respeto básico a la ley, seguirán sucediéndose desgracias. Como la de los cien mil muertos en Haití, o los cinco en el periférico del Distrito Federal.

Érase una poesía

Esa poesia se llama If y es de Rudyard Kipling, me encantó.

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too:
If you can wait and not be tired by waiting,
Or, being lied about, don’t deal in lies,
Or being hated don’t give way to hating,
And yet don’t look too good, nor talk too wise;

If you can dream- and not make dreams your master;
If you can think- and not make thoughts your aim,
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the same:
If you can bear to hear the truth you’ve spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build’em up with worn-out tools

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings,
And never breathe a word about your loss:
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: “Hold on!”

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings- nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much:
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds’ worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that’s in it,
And –which is more – you’ll be a Man, my son!